abril 16, 2020
Hola, soy Slow. Quiero compartirles que soy una feliz perra adoptada, sin embargo, me encanta la idea de contarles un poco de mi historia para comprender la importancia de las oportunidades de vida que nos damos lomitos y humanos.
¿Saben? Fui mamá. Sí, tuve cachorritos. Me refugié en un terreno baldío de Tultitlán para tenerlos. Quienes reportaron mi situación dieron asilo a mis bebés, pero no podían tenerme a mí, así que fui enviada a un refugio en el Ajusco, donde permanecí por un periodo de tres meses.
Durante casi 100 días aprendí bastantes cosas. Lo primordial fue pedirle al universo que mis hijitos estuvieran sanos y salvos, además de rogarle a los dioses perrunos que fueran acogidos en un buen hogar. Luego colaboré para procesar mis días con docilidad y tranquilidad, mis dones.
De manera paulatina fui acoplándome a mi renovado ritmo de vida. Desde ser rescatada por la Sra. Demirdjan hasta mis vacunas y esterilización, mucha gente cooperó para mantenerme entera y con ganas de reinventar mi destino.
De forma inesperada toqué el corazón de Liz y Lucas. ¡Me adoptaron! Sin ellos, yo no soy. Son mi hogar.
Liz, Lucas: con mis ladridos y patitas quiero agradecerles que hayan aparecido en mi camino para transformarme en una alegre perra adoptada. Ustedes son lo mejor que pude conocer. ¿Ya les confesé que los amo? Los amo.